
¿Qué es el clientelismo?
Según la Rae se denomina clientelismo a
una sistema de protección y amparo con que los
poderosos patrocinan a quienes se acogen a ellos a cambio de su sumisión y de
sus servicios. Dicho término se ha estudiado desde diferentes disciplinas tales
como la política o la antropología. Desde mi punto de vista el clientelismo se
podría enfocar desde dos perspectivas. La primera de ellas nos adentra en
política y la segunda, a mi parecer, podemos llevarla al campo de las artes y
más concretamente la literaria. Para respaldar ésta segunda perspectiva pondré
el ejemplo de Cervantes, quien para conseguir introducirse dentro de los ya
famosos escritores del siglo de Oro, pidió protección al duque de Béjar. Las
relaciones entre cliente y patrón podían darse de diversas maneras desde un
interés entre amigos, lazos de parentesco o enlaces políticos o religiosos. La
relación del clientelismo en la literatura del Siglo se Oro se basaba
principalmente en la dedicatoria de algunas palabras por parte del autor al
patrón. Muchos autores utilizaron el clientelismo para perjudicar a otros,
sobre todo en el género teatral donde la rivalidad se encontraba a la orden del
día. Llevando el clientelismo al campo político podemos apreciar como la
práctica de intercambio de favores ha sido sumamente utilizada en la historia y
me atrevería a decir que hoy en día esa práctica existe. El clientelismo
político, desde mi modesta opinión, presenta un gran parecido con el
caciquismo, dinero o cargos públicos a cambio de votos. Así ésta práctica de
intercambio de favores es la que utilizaban los partidos políticos para
conseguir el apoyo de un gran sector. El clientelismo nos da una cara que
parece legal pero esta práctica lleva a la corrupción y la prevaricación. Los
intercambios clientelares se pueden dar entre iguales (poder) o entre una persona con más poder que
otra. El intercambio de favores también puede variar y se suele dar en el
ámbito privado dónde el beneficio corresponde al patrón y al cliente. En las
monarquías de la Edad Moderna
el clientelismo estaba al a orden del día pues se escogía a los servidores del
rey por dicho método y no por su competencias. La práctica del clientelismo y
el patronazgo fue criticada por ejemplo por Tomás Moro en su “Utopía” dónde
rechazaba totalmente esta práctica y donde en su sociedad llevaban las riendas
los hombres sabios y no aquellos que intercambian favores. Así las utopías
rechazaban cualquier tipo de intercambio clientelar tanto materiales como sociales.
Los personajes del Renacimiento ya veían con malos ojos este tipo de intercambios
que en muchos casos llevó a la corrupción. Así fue el caso del duque de Lerma.
La figura del valido me hace pensar en una especie de acuerdo clientelar en
donde el rey le nombra valido y a cambio este le debe fidelidad absoluta.
Garcilaso en una de sus églogas nos dice “Quien más cerca se halla del gran
hombre/ piensa que crece el hombre. Conocido es por todos que a lo largo de la
historia las alianzas políticas y los cargos que ostentaban ciertos personajes
se debían en la mayor parte a intercambio de favores. Así los matrimonios
concertados para obtener ciertos beneficios también los considero como parte
del clientelismo. De esta pequeña exposición sobre ¿qué es el clientelismo?
Podemos sacar una conclusión clara; se trata de una práctica utilizada
repetidamente en la historia que incluso puede que llegue hasta nuestros días.
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